Hasta siempre
En esta sucesión de malas noticias que nos depara la pandemia era imposible que saliéramos inmunes. Hace unos días supimos del fallecimiento de Manolo García (“Manolo de la Renfe”) y ayer mismo nos llegó la mala nueva del de Juan Navarro (“el Navarro”).
Manolo García fue miembro fundador de la AV de Prosperitat. Maquinista de Renfe y residente en la zona del barrio construida por una cooperativa de trabajadores ferroviarios. Era también militante del Partido Comunista Obrero Español, fundado por Enrique Líster, del Sindicato de Maquinistas de Renfe y fue el presidente del AFA del Colegio Tibidabo, cuando tras una lucha de todo el barrio conseguimos democratizar el funcionamiento de la escuela. Después sus múltiples actividades y diversos problemas de salud les llevaron a él y a su compañera Pilar a abandonar el trabajo de la AV. Pero siguieron en el barrio, participando en muchas actividades. Hace unos años con la salud ya mermada decidieron trasladarse a una residencia para ferroviarios en Alacant. De allí nos ha llegado la mala noticia.
Juan Navarro fue otra de estas personas necesarias. Murciano de origen pero residente en Barcelona desde hace muchos años. Ebanista de profesión, fue uno de los fundadores del sindicato de la madera de CCOO. Militante del PSUC primero y del PCC después, su compromiso social le llevó también a participar en la lucha del barrio. En concreto en Turó de la Peira, donde residió la mayor parte de su vida y donde fue miembro activo de la AV. Hace unos pocos año, tras enviudar y padecer achaques de la edad se trasladó a vivir a Prosperitat, a uno de los pisos asistidos de Via Favència. Desde el momento que llegó al barrio se afilió a la AV y participó habitualmente en las reuniones de junta. Ni un accidente que le obligó a ir en silla de ruedas le desanimó. Cada martes venía puntual a las reuniones. Con su afabilidad y buen sentido consiguió moderar alguna reunión donde la discusión subía de tono. Siguió viniendo hasta que tuvimos que cerrar el local por la pandemia. Y cuando el confinamiento se relajó, lo encontrábamos enfrente de la asociación tomándose su cortado. Tenía 94 años, pero mantenía su ilusión, sus ganas de vivir y su compromiso social hasta sus últimos días.
En la espléndida película de Rosellini Roma Città Aperta, la escena culminante es el fusilamiento de un cura progresista por las tropas nazis. Antes de morir, y ante la demanda de que muera dignamente el cura recuerda que lo más importante no es morir bien, sino haber tenido toda una vida que lo merezca. No nos cabe duda de que estos amigos que nos dejan la han tenido.
Personas como ellos, humildes, generosas, con sentido colectivo, han sido esenciales para que hayamos conseguido algunos derechos y nuestros barrios hayan mejorado. Esperamos que algún día la pandemia sea cosa del pasado y podamos hacerles el homenaje que se merecen.